martes, 6 de marzo de 2012

DESAPARECIDO EN COMBATE

Que donde me he metido, preguntáis. Ojalá pudiese contestaros, pero la verdad es que no lo sé. Y tampoco podría explicarlo para que me entendieseis. No ha sido un lugar físico, tridimensional. Era un estado mental, y la verdad, no muy agradable.

Ya estoy viendo por donde va a ir esta entrada. Va a ser tristona y malrollera. Y la verdad es que quisiera hablar de algo agradable, pero en mi situación actual, va a ser difícil. Tal vez debería hacer el esfuerzo y así remontar, o intentarlo. Pero la inercia de la depresión me empuja contra mi voluntad. De momento estoy escribiendo, y eso ya es algo. Aplacar la voz que me grita “¡¡¡NO HAGAS NADA PORQUE NO MERECE LA PENA!!!” es ya un pequeño triunfo.

Desde la última entrada, parece que he estirado ese sentimiento de melancolía hasta convertirlo en tristeza pura y dura. De la que te deja sin ganas de nada, y se va acumulando y se transforma en algo aun peor.
El sábado tuve un ataque de ansiedad. Si bien es cierto que suelo estar nervioso, no tiene nada que ver esa sensación con un buen ataque de pánico. De esos en los que crees que de verdad te estas muriendo, sintiendo la necesidad de escapar, pero no teniendo a donde. Al final todo se esfuma, vuelves a respirar tranquilo, pero la sensación que queda es de derrota, de no ser mas que un muñeco de trapo que no puede moverse por si solo, necesitando que una mano le guíe y le lleve de un sitio a otro. Siempre anclado en el mismo sitio. Eso si, soñando, como Pinocho, en convertirse en una persona de verdad. Pero frustrado al ver que, a pesar de dar algunos pasos, te acabas cayendo otra vez, y otra.

Lo que ocurre es que las caídas duelen, y no se tienen en cuenta los pasos que se dan, porque toda satisfacción queda emborronada por el dolor de la caída, por muy pequeña que sea.
El viernes, por ejemplo, cogí el tranvía, yo solo. Al fin y al cabo es un metro que va por la superficie, una buena prueba para mi valor. Para mitigar los nervios y distraer la mente me puse a dibujar, observando por el rabillo del ojo las miradas que la gente dirigía a mi papel... Sin embargo, llegando a mi destino comencé a sentirme cada vez un poquito peor. Y mi mente y mi miedo me obligaron a apearme una parada antes de mi verdadero destino. Nada mas bajar me encontraba bien, era capaz de respirar, seguía vivo... pero había abandonado, me sentía frustrado e inútil. No era capaz de ver que de las 11 paradas que me llevaban a mi destino, había hecho 10. Más de un 90% del trayecto total. Tuvo que ser otra persona quien me hiciera ver esto, la gran hazaña que había logrado.

Y así cientos de veces, cientos de días. Tal vez como cantaba Freddy Mercury, “lo quiero todo, y lo quiero ahora”... y debo esperarme y tomarme las cosas con calma.

Así que de estos días en los que he estado desaparecido, por falta de ganas de escribir, por tristeza, hasta llegar al ataque de ansiedad del sábado y hasta ahora mismo que estoy escribiendo, tengo que poder sacar cosas positivas. He hecho unos cuantos dibujos; he cogido el tranvía y el autobús. He bajado al metro. He ido al gimnasio. Me he leído un libro en 2 noches. Le he cambiado la apariencia al blog, e iré añadiendo cosas poco a poco. He adelgazado un kilo y pico. He pintado una camiseta para un amigo. He redescubierto un montón de programas de radio sobre misterio. Lo que me recuerda...

… que he retomado el contacto con una persona con la que no hablaba desde hace tiempo. Y estamos en total sintonía. Los 2 nos sentimos nerviosos, los dos tenemos ansiedad, y los dos estamos haciendo grandes cambios en nuestras vidas. Parece como si “algo” hubiese decidido que teníamos que volver a encontrarnos, porque estamos vibrando en la misma frecuencia. Y curiosamente, un día despues de tener el ataque de ansiedad estaba dando consejos sobre qué hacer en esa situación.


Gente, que pronto nos veremos, con un carro de buenas cosas hechas que no dejen ver las pocas malas que pasan porque si.

2 comentarios:

  1. Tirar de recuerdos puede traerte esa melancolía que degenere en tristeza, pero también puede traerte alegría, depende de que recuerdos tengas en mente en ese momento.

    Los malos momentos quedan muy arraigados y no son fáciles de olvidar, además de que forman parte de la vida de cada uno y se debe vivir con ellos, pero los buenos también se quedan ahí, asi que no permitas que los recuerdos que te ponen triste se cuelen entre los otros. Aunque hay dias para pensar en cada cosa, ya llevas unos cuantos con los tristes, asi que guardalos bajo llave e intenta dejarlos ahí durante una buena temporada.

    ¡Mucho animo y un abrazo muy fuerte!

    ResponderEliminar
  2. Hola, Alvarito:

    Pues has conseguido muchas cosas positivas: los tres últimos párrafos son para felicitarte, así que, ¡ánimo y felicidades!

    Y que sepas que Pinocho seguro que sueña en convertirse en un humano con un corazón tan grande como tú.

    Virginia

    ResponderEliminar