martes, 14 de febrero de 2012

EN LA GUARIDA DEL DRAGÓN

Desde hace tiempo un horrible monstruo me atormenta, se me aparece en sueños, transformándolos en pesadillas, y aún peor, se me aparece despierto, transformando con su magia arcana el aire que me rodea en plomo que soy incapaz de respirar. Intento vivir ignorante de su presencia, y consigo, cuando la suerte está de mi lado que ese Dragón aparte su mirada de mi, durante algún tiempo. Sin embargo siempre vuelve, me enseña sus fauces, sus garras, noto su aliento caliente y sulfuroso. Y yo pusilánime de mi, me quedo en mi jergón, bajo las sábanas, como si ahí no pudiera encontrarme... ¡Que necedad!

Cientos de veces he pensado en enfrentarme al Dragón, pero siempre acababa muerto de miedo, sabiendo o creyendo que de una sola dentellada me desgarraría carne y espíritu. Saborearía mi corazón como un niño saborea un dulce. Pero necesito acabar con el Dragón. Terminar su reinado de terror absoluto; mas no puedo hacerlo ahora. Debo estar preparado. Descubrir sus debilidades y aún mas importante, descubrir las mías y superarlas.



Es por eso que hoy he bajado a la guarida del Dragón, para observarle. Su cueva, lejos de ser oscura, está bañada en una luz lechosa, que parece venir de ninguna parte. Pero las brujerías no acaban ahí. Las paredes en vez de ser de tosca roca, están perfectamente pulidas, y las escaleras que bajan a su particular Hades no solo parecen de plata, sino que ¡Se mueven!

Lo que realmente me sorprendió fue ver que no estaba solo. Docenas de personas subían y bajaban de ha hura de la bestia. Sin embargo caminaban tranquilos, charlando entre ellos, algunos corrían hacia abajo, inconscientes del peligro; algunos, los mas locos, incluso sonreían... yo en cambio caminaba despacio, con mis músculos en tensión. Maldije no haber llevado arma ninguna, ni escudo con el que protegerme. Tan solo llevaba un remedio que me dió un curandero y que, según decía, disiparía mis nervios. No quería tomarlo... aún no.

Por fin, tras mucho descender, llegué a una espaciosa sala, dividida en 2 niveles, uno superior y otro inferior, separados por unas barreras mágicas. Y abajo ¡EL HORROR! Se hallaba el Leviatán, con su enorme masa serpentina. Su cuerpo parecía hecho de cristal y metales preciosos, platino y rubíes. Era mortalmente bello. Su rugido, amplificado por el eco de la cueva, heló la sangre en mis venas.

Pero no podía creer lo que mis ojos veían. Más personas, por propia voluntad, entraban en las fauces de aquel ser infernal, mientras otras salían de sus entrañas. ¿serían de carne y hueso o solo ánimas desencarnadas? ¿se trataba de algún culto pagano, y sus adeptos aceptaban de buena gana servir de alimento y sacrifico a aquel Titán de hierro?

Otro rugido me sacó raudo de mis pensamientos. Al fondo de la cueva se abría un túnel, este sí, oscuro como una noche de invierno. Y unos ojos refulgentes se acercaban. ¡Era otro Dragón! No había solo uno, eran al menos dos, tal vez... tal vez hubiera docenas, cientos de ellos ahí abajo. Se detuvo al lado de su hermano y otro puñado de personas salieron de su interior, atravesaron las barreras mágicas y se dirigieron hacia la escalinata, pasando junto a mi. Pude comprobar entonces que eran seres humanos normales y corrientes, como yo. Yo que no parecían tener miedo, ni estar traumatizados por lo que acababan de vivir. Habían salido del vientre de un monstruo y caminaban como si fuese lo mas normal del mundo. Había algo extraño en todo esto...

Esperé a que ambos dragones se marcharan, con un nudo en la garganta, la respiración entrecortada y el corazón latiendo en mi pecho como un tambor de guerra, y me encaminé a la superficie subido en aquellas escaleras mágicas. Acompañado de gente igual que yo, pero que no parecían temer al monstruo.

Y comencé a pensar que quizá no fuera malo. Quizá no tuviera que temer nada de él; solo temer los malos sentimientos que me evocaba. Creo que no quiere comerme y a la vez creo que está dispuesto a hacerlo sin miramientos... pero ¿por qué solo a mi, y a los demás no les hace nada?

Durante esta semana bajaré cada día a ver al Dragón. Quiero aprender lo que pueda sobre el, y cerciorarme de que lo que estoy pensando es cierto, que no es el Dragón quien me hará daño, sino la CREENCIA de que sufriré mil tormentos en sus garras; que eso es lo que me hiere realmente desde hace tiempo.


Que los Dioses nos sean propicios.


*EDITADO

Mi GRAN amigo Carlos me ha enviado este fantástico dibujo al Facebook, por lo que le estoy etérnamente agradecido. Un abrazo, compadre!!



"Alvaro, se puede, por que tu eres real y el resto un mero boceto."

1 comentario:

  1. Muy buena la frase última. Y la el dibujo de la camiseta todo un detalle!!

    Me ha gustado mucho la metáfora, además este es el año del dragón y él es bueno, te lleva a los sitios. No como aquí que no hay apenas transporte público, imagínate, ¿cómo harías para ir a la playa? ¿para ir a un concierto? ¿para ir a unas clases? si todo ello no está debajo de casa y no tienes coche, pues el dragón te lleva en su cuerpo de acero!!

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