jueves, 19 de enero de 2012

ESCRIBIR POR ESCRIBIR

12 de la noche, hora de las brujas. Tengo frío por la derecha y calor por la izquierda (bendito calefactor). Mi cuerpo está cansado y mis ojillos se cierran. Hoy ha sido un día tremendamente satisfactorio (para los legos, que me lo he pasao teta). Y quería cerrarlo escribiendo un poco. Otras veces digo que no se de lo que voy a escribir, y que voy sobre la marcha. Esta vez es igual.

Bueno, en realidad se de qué quiero escribir, pero no se qué acabaré plasmando en esta hoja de papel virtual. Quiero escribir sobre ESCRIBIR.



Hace un par de semanas comencé a llenar el blog con mis pensamientos. Sin saber lo que quería hacer con el. Si llenarlo de historias personales, de dibujos, de cuentos inventados, de noticias, de aboslutamente nada... La primera entrada ni siquiera la escribí en el ordenador, sino en un cuaderno,en el espacio de tiempo muerto que tengo entre que abro el gimnasio de una escuela para que entrenen unos equipos de fútbol sala, y hasta que tengo que cerrar. Fue una gran manera de ocupar en tiempo. Me sentí bien. Y quise repetir. Y repetí. Como cuando hay natillas de postre.

Me autoimpuse escribir, tal vez no todos los dias, pero si al menos 4 veces por semana. Las autoimposiciones suelen costar. Hacer ejercicio cuesta, cambiar galletas por una manzana cuesta, madrugar cuesta, subir una cuesta cuesta... y escribir cuesta. O mejor dicho, empezar a escribir cuesta. Una vez que las 2 primeras lineas están escritas, se convierte en un placer. Casi como un chute de drogaína. Mi cuerpo, excepto mis dedos, que noto como se pasean por el teclado, deja de existir. Mi mente se expande y me encuentro con que aparece “alguien” que me va dictando las palabras.

Ese “alguien” no es ni mas ni menos que mi verdadero yo. Se llama Alvarito. Ese que duerme en un rincón oscuro, pero calentito y confortable dentro de mi cabeza. O de mi alma, por qué no decirlo. Y que suele salir poco. Normalmente en fiestas del pueblo, o cuando estoy rodeado de amigos y pasándolo bien... o, ahora lo sé, cuando estoy haciendo algo creativo.

Para mi es una gran terapia coger unas pinturas y dibujar un monigote, cantar, hacer una camiseta, diseñar y hacer un disfraz, convertir una cartulina en una marioneta, tocar con la guitarra la canción y media que me sé y luego improvisar con los 3 acordes que conozco... en fin cientos y cientos de cosas. Durante esos momentos la (no digas tristeza, no digas tristeza, ¡Sé positivo!) tristeza (mierda, lo dijiste) se esfuma. Casi podría decir que me siento como Dios... creando un mundo de la nada a mi imagen y semejanza.

Y escribir tiene algo que no tienen las demás ramas artísticas. Los colores están limitados a los que vienen en la caja de pinturas y a algunas mezclas que puedo hacer con ellas. Do-re-mi-fa-sol-la-si -y- vuelta-a-empezar. Se me pueden acabar las cartulinas y el pegamento. La cámara de fotos se me puede estropear.

Pero las palabras son infinitas. Y si no lo son, me las invento, como los niños pequeños.
 O las digo en inglés. Blog. Suena a nombre de moco con ojos. “Las maravillosas y estúpidas aventuras de BLOG”.

Hay tantas donde elegir, y a veces es un pequeño reto encontrar las adecuadas para describir según qué cosas. Pero tan satisfactorio cuando lo consigues...
¿Y si me quedo sin papel, sin tinta en el boli, o no funciona el ordenador? Direis. Siempre puedo sentarme a PENSAR. Algo muy infravalorado en estos tiempos de tele, fuzbol, Belenestébanes (palabra inventada), informativos parciales y comedias de caca culo pedo pis.

Si ademas, la gente que lo lee te sube el ego con felicitaciones, halagos, jamones (todavía no, pero pronto... pronto), con palabras que me tocan el alma hasta el punto de que se me saltan las lágrimas de alegría... ¿por qué voy a parar?

En cuanto al gran día que tuve hoy, os lo contaría, pero aun tengo que digerirlo. Son muchas cosas. Todas buenas. Y todas mejores que ayer. Y mañana, mejores que hoy. Ad infinitum.

Os deseo que mañana pilléis todos los semáforos en verde.

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